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Cuándo conviene llorar y cuándo no


**Vaigash**


¿Sirve llorar?

Depende.

En la lectura de esta semana, Vaigash [1] , leemos cómo Iosef se revela a sus hermanos luego de todo el “show” que precedía. En cuanto al reencuentro con su hermano Benjamín en particular, la Torá nos dice [2] : “Y [Iosef] cayó sobre el cuello de su hermano Benjamín y lloró y Benjamín lloró sobre su cuello.”

¿Qué nos enseña el detalle que lloraron cada uno sobre el cuello de su hermano?

El Talmud [3] explica que el cuello representa el Templo. Los dos Templos de Jerusalem fueron construidos (parcialmente) en territorio de la tribu de Benjamín. El precursor de dichos Templos, fue construido en Shiló, territorio de Iosef. Los tres fueron destruidos eventualmente, el de Shiló por los filisteos, el primero de Jerusalem por los babilónicos, y el segundo por los romanos. En ese momento del encuentro ambos hermanos vaticinaron las destrucciones que iban a suceder en el futuro y cada uno lloró por la destrucción que iba a tener lugar en el territorio del otro. Cada uno lloró sobre el cuello de su hermano, no sollo físicamente —cosa que sería insignificante como para que la Torá la documente— sino también cósmicamente.

La pregunta obvia es: si cada uno sufriría su propia destrucción, ¿por qué llorar por la del otro en vez de la de uno mismo? ¿Qué duele más, un dolor de muela propio o el de otro?

Hete aquí una gran enseñanza en cuanto a la función de llorar y cuándo sirve y cuándo no. Llorar sirve de catarsis. Uno llora cuando su mente y corazón no pueden soportar una situación. Luego de llorar uno generalmente se siente aliviado.

Resulta, entonces, que cuando uno puede hacer algo para resolver la situación que tanto le duele y en vez de hacerlo se pone a llorar, su catarsis es contraproducente. “Cumplió” con llorar, pero la situación no resolvió. Llorar es un recurso beneficioso únicamente en el caso de que uno ya no puede hacer más nada para mejorar la situación.

¿Cuándo es que uno puede hacer algo y cuándo no? Cuando se trata de su propia “destrucción” personal, nn vez de llorar por tu situación, hacé algo al respecto. Buscá la solución o a quien te pueda ayudar a encontrarla. Cuando se trata de una situación de destrucción en la vida de otro, luego de intentar todo lo que esté a tu alcance para ayudarlo, dado que en última instancia no depende de tí lo que el otro vaya a decidir a hacer con su vida, corresponde llorar. Si no llorás, sos un insensible.

Ahora entendemos por qué fue que cada uno de los hermanos lloró sobre el cuello —“destrucción del Templo”— del otro. Por la destrucción propia no corresponde llorar; corresponde hacer algo para evitarla.

Esto también explica por qué Jacob no lloró cuando finalmente se encontró con su hijo Iosef. El Zohar dice que en ese momento estaba recitando el “Shemá Israel”. Todas las destrucciones iban a ocurrir en su territorio, ya que las doce tribus eran todos sus descendientes….. Para Jacob no era momento de lamentar sino de hacer algo para evitar la destrucción: El Shemá Israel es la máxima expresión de la fe judía.

En la realidad suele suceder todo lo contrario. Cuando le preguntas a uno cómo está, llora. Llora por la situación personal y culpa la situación del país, del mundo, etc. Cuando le preguntas cómo está fulano, te empieza a decir cuán mal está pero que tiene la culpa porque debería haber hecho las cosas diferentes. Uno siempre tiene clarísimo qué es lo que el otro tiene que hacer…

Así que la herramienta para esta semana es: no llores por tus problemas cuando puedes trabajar para resolverlos. Las lágrimas cumplen su mejor función cuando las derramas como consecuencia de la empatía por el otro y tu impotencia al respecto.

Basado en Likutei Sijot Vol. 10, págs. 147-150



---- 1. Génesis 44:18 - 47:27 2.Génesis 45:14 3. Meguilá 16b


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