Itró
Rabino Eliezer Shemtov
La lectura de esta semana, Itró [1], habla de la entrega de la Torá en el Monte Sinaí y los preparativos del pueblo judío en anticipación de este gran acontecimiento.
“[El pueblo de] Israel acampó allí frente a la montaña”, nos dice el texto [2]. Rashi cita las palabras “Israel acampó allí” y comenta: “Como un solo hombre con un solo corazón. Pero en los demás campamentos, fue con discordia y quejas.”
A primera vista parecería que Rashi quiere explicar porque el texto habla en singular —”y acampó”— si se trata de todo un pueblo. Pero si es así, ¿por qué cita del texto también las palabras “[Y acampó] allí Israel”?
En cuanto a la palabra “allí” podríamos explicar que es de esa palabra —”allí”— que deducimos que en otras oportunidades fue diferente. Pero ¿por qué citar también la palabra “Israel”?
La pregunta se pone más fuerte cuando comparamos este comentario de Rashi con su comentario en la Parashá anterior, Beshalaj.
Allí dice el texto [3]: Los Israelitas levantaron su vista y hete aquí, Egipto los está persiguiéndo. Rashi cita las palabras “los está persiguiendo” y comenta: "con un corazón, como [si fuera] un solo hombre”.
Hace falta entender unas precisiones:
En ese caso, a diferencia del nuestro que sí cita “Israel”, Rashi no cita la palabra “Egipto”.
¿Por qué cita también la palabra “los” y no alcanza con citar solo “está persiguiendo”?
¿Por qué cambia el orden, diciendo en nuestra parashá “como un solo hombre con un solo corazón” y en cuanto a los egipcios dice “con un solo corazón como [si fuera] un solo hombre”.
La explicación:
Cuando hablamos de un grupo podemos usar un verbo tanto en su forma singular como plural. Depende del caso. Si estamos hablando de una acción que todos hacen de manera idéntica, empleamos la forma singular. Si se trata de algo que cada uno lo hace de manera diferente, empleamos el verbo en plural. También, cuando se trata de sentimientos y creencias, usamos la forma plural ya que no hay dos personas que sienten y creen de manera idéntica.
Esto explica cómo a veces en un mismo versículo podemos ver ambas formas. Por ejemplo: Israel vio la gran mano … y temieron.. y creyeron..” Todos vieron los hechos de la misma manera por eso dice “vio”. En cuanto a las reacciones, cada uno “temió” y “creyó” de una manera diferente; por eso el versículo termina diciendo “temieron” y “creyeron”, en plural.
Tenemos otro ejemplo en nuestra parashá: “El pueblo vio y temblaron y se pararon lejos.” Vieron los acontecimientos de la misma manera, pero en cuanto a la reacción, reaccionaron cada uno de manera diferente.
La unión de los egipcios y de los israelitas
La unión de los egipcios fue el resultado del hecho de que estaban persiguiendo a los judíos. Aunque en otras cosas, cada uno tenía ideas diferentes, todos se emparejaron por su odio hacia los judíos, “con un solo corazón, como un solo hombre”. Es por eso que Rashi cita del texto únicamente las palabras “los está persiguiendo”, omitiendo la palabra “Egipto”. Lo que provocó la unión hasta llevar al uso del verbo en singular fue el hecho de que todos, por igual, “los está persiguiendo” a los judíos; no su condición similar por ser egipcios.
En cuanto a los judíos en el desierto de Sinaí, si bien hubo entre ellos diferentes niveles de expectativa en cuanto al recibimiento de la Torá, una vez llegados al pie del monte Sinaí, disiparon las diferencias y todos se conectaron con y manifestaron su condición esencial de “Israel”. Esta condición desembocó en que tuvieran un sentimiento idéntico entre ellos, “como un solo hombre con solo corazón” en cuanto a recibir la Torá. La unión entre ellos a nivel sentimental fue el resultado de ser partes de uno y el mismo pueblo. Esa unión, frente al Monte Sinaí, encontró su expresión hasta en sus sentimientos. Es por eso que Rashi cita del texto también la palabra “Israel”. Fue el hecho de que todos formaban parte del mismo pueblo, Israel, y tienen la misma esencia, que les fue conferida al salir de Egipto, lo que llevó a que se igualen también en su deseo en cuanto al recibimiento de la Torá.
Ahora podemos entender por qué Rashi no cita del texto las palabras “frente al monte”. La unión del pueblo judío emanaba de sus condición esencial, “Israel”, y no de la situacion circunstancial, “monte Sinaí”, que los involucraba a todos en el momento.
Del hecho que el texto dice que fue ahí, frente al monte, que Israel “acampó” en vez de “acamparon”, como suele decir, Rashi deduce que en todas las demás oportunidades fue diferente. A diferencia de la 1) unión personal y 2) unión sentimental que hubo en este caso, en los demás casos hubo 1) discordia entre la gente y 2) quejas contra Di-s.
Una óptica mística
El mundo es un “dominio público”, donde cada cosa y cada persona es diferente al otro. La única manera de lograr la unión es al manifestar el origen común a todos, o sea que todos venimos del mismo Creador.
En el pueblo judío encontramos también la tendencia hacia la discordia. La manera de superar esa naturaleza es al acceder y activar la esencia misma del alma, común a todos, que trasciende las diferencias que nos separan, que son nada más que manifestaciones diferentes de la misma esencia. Al manifestarse esa esencia, “como un solo hombre”, pudieron llegar a compartir el mismo sentimiento “con un solo corazón” en cuanto al deseo de recibir la Torá.
Esa clase de unión grupal es posible únicamente en el pueblo judío, ya que su identificación gira en torno a la esencia de su alma que trasciende el nivel consciente e inclusive subconsciente donde yacen las diferencias entre uno y otro. En las demás naciones, su identidad tiende a definirse en base a sus particularidades y lo que los distingue de los demás. Las uniones se crean y son resultados de intereses en común. Son uniones circunstanciales y no esenciales.
Aun así, es posible que cada ser humano llegue a conectarse con esa dimensión Divina trascendente que unifica a toda la humanidad y a toda la Creación. Cuando Di-s entregó la Torá en el Sinaí, incluyó un código universal de siete leyes —Las Siete Leyes de los Hijos de Noé— para toda la humanidad. No hace falta ser judío para conectarse con Di-s. Cada ser humano puede vivir una vida imbuida de espiritualidad y divinidad al cumplir con las siete leyes y sus ramificaciones como fueron revelados a Moisés en el Sinaí.
Es la obligación de cada judío, heredero de ese mandato sinaico, buscar influir en cada ser humano que se encuentra bajo su influencia para que cumpla con ese privilegio y mandato Divino.
Basado en Likutei Sijot Vol. 21, págs. 100-107
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Éxodo 18:1-20:23
Ibid 19:2
Ibid 14:10
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