Rabino Eliezer Shemtov
Sheminí
Es muy difícil no angustiarse cuando las cosas alrededor de uno parecen estar fuera de control. La pandemia de Covid-19 ha afectado a todos de una manera u otra. Cuanto más uno se expone a las noticias, tanto más angustia le provoca.
¿Cómo se hace para lidiar con esto, más allá de dejar de exponerse a las noticias?
Empecemos por rever la premisa: ¿están las cosas realmente fuera de control?
Yo diría que no cambió nada. Lo único que cambió es la sensación de predictibilidad. Todo sigue igual, ni antes estaba ni ahora está bajo nuestro control, cosa que no quiere decir que las cosas están fuera de control. Todo está bajo control; simplemente no bajo el nuestro.
¿No será motivo de más angustia aún, entonces?
¡Al contrario! Es un gran alivio.
Imaginate si todo estuviera bajo nuestro control. Sería una carga y una responsabilidad imposibles. ¿Cómo podríamos dormir de noche? Ahora que sé que todo está bajo control y no del mío, puedo dejar de preocuparme de lo que no depende de mí y ocuparme de las cosas que sí dependen de mi.
Uno de los fundamentos del judaísmo es el concepto de la Providencia Divina, o sea que todo lo que ocurre en el mundo está bajo control de Di-s. Absolutamente todo.
Pero, un momento. Si es así, ¿por qué ocuparme de las cosas? Igual, ¡Di-s hace y deshace lo que quiere, haga yo algo al respecto o no!
La respuesta es que si bien Di-s hace lo que quiere, una de las cosas que quiere es que nosotros hagamos nuestra parte. Arar y sembrar depende de nosotros; llover y crecer depende de Di-s. Si Di-s manda lluvia y uno no aró su campo y no lo sembró, tendrá nada más que un gran charco.
Las leyes de la naturaleza no compiten con Di-s; son Su creación y son las herramientas por medio de las cuales Él mismo obra. Una vez que Le hiciste caso e hiciste lo que la naturaleza indica, confiá en que todo saldrá como Di-s quiere y tus esfuerzos se coronarán de éxito.
De hecho, esa precisión y detalle de la Providencia Divina no es tan evidente. Hay grandes pensadores judíos que no hablaron de la Providencia Divina sobre cada detalle de la existencia, sino de una providencia más general sobre las especies y únicamente en cuanto al género humano había una providencia individual sobre los quehaceres de cada individuo. El fundador del jasidismo, el Baal Shem Tov, empero, enseñó que cada detalle del Universo, inclusive cada hoja que cae del árbol en otoño y dónde llega a parar, está guiada por Di-s y cumple una función específica. No existen las casualidades. (Será incomprensible quizás para nosotros imaginarnos por qué le importaría cada detalle “insignificante”, pero no olvidemos que se trata de Di-s, que es infinito y grande y chico es igualmente (in)significante.)
¿En qué se basa esa idea?
Rabí Schneur Zalman, autor del Tania y fundador de Jabad, señala que esta filosofía está claramente delineada miles de años antes del Baal Shem Tov, en el Talmud [1], en referencia al cormorán, una especie de ave mencionada en la lectura bíblica de esta semana, Sheminí [2] , donde lista las especies de aves no Kasher.
El Talmud cuenta que cada vez que el sabio Rabí Iojanán se cruzaba con un cormorán citó el versículo de salmos que dice: “Tus juicios se extienden al inmenso abismo” [3].
¿Qué tiene que ver el cormorán con los juicios de Di-s en el abismo?
El exégeta Rashi explica que Di-s manda el cormorán para zambullirse a las profundidades del mar a pescar los peces que les toca morir.
Aquí vemos la idea de que según el Talmud hasta la muerte de un pez específico y el ave que lo va a pescar es orquestado por Di-s. Podemos deducir de esto que esta providencia se hace extensiva también a todo lo que acontece con cualquier animal, planta y materia inerte, y ni hablar con cada ser humano.
Al tener presente esta idea, que nada pasa por casualidad, y que nadie muere antes de su tiempo (si no se expone al peligro en forma irresponsable esperando milagros), ayuda en gran medida a mitigar la ansiedad. Como dice el refrán: el dolor no depende de uno; el sufrimiento por la aparente injusticia, sí.
Así que la herramienta de esta semana es: ocupate de lo que depende de tí; dejá que Di-s se preocupe y se ocupe del resto. Como lo expresó mi colega Rabino Aron Moss: cuando lavas las manos, acordate que estás en buenas manos.
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Julín 63a
Levítico, 9:1-11:47
36:7
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