El día más sagrado del calendario judío es Iom Kipur o Día del Perdón. Veamos algo del tema del perdón.
1. ¿Por qué perdonar?
2. ¿Cómo se hace para poder perdonar?
3. ¿Por qué y cómo pedir perdón?
4. ¿Cómo saber si es perdonado?
5. ¿Cómo hacer para perdonarse a uno mismo?
¿Por qué perdonar?
Porque es una Mitzvá o mandato Divino. La Biblia nos prohíbe específicamente vengarnos y guardar rencor [1]. También nos encomienda “No odies a tu hermano en tu corazón”[2].
¿Cuál es la diferencia entre “vengarse” y “guardar rencor”?
En el Código de Leyes judío [3] la describe de la siguiente manera. Venganza es cuando yo le pido a mi amigo que me preste algo y se niega y luego cuando me pide a mí no se lo presto. Guardar rencor es cuando yo le pido que me preste y se niega y luego cuando me pide lo mismo le digo: “cuando yo te pedí no accediste a mi pedido pero no soy como tú y yo sí te lo voy a prestar…”
Cualquiera de estas dos actitudes son prohibidas por la ley bíblica.
Si bien uno siente que ganó cuando puede vengarse bien, la verdadera fuerza y victoria personal es cuando uno logra superar el instinto de venganza y sabe perdonar.
Pero, ¿Cómo se hace para poder perdonar?
Hay dos maneras:
1. Actuar de una manera que va en contra de tu sentimiento de rencor. Al superar el deseo por venganza y “arreglar cuentas” y actuar como si no pasó nada, lograrás debilitar hasta hacer desaparecer tus sentimientos negativos hacia el prójimo. Los sentimientos son como plantas. La planta necesita riego para vivir y crecer; si no se riega la planta, termina marchitándose. Del mismo modo, si no cultivamos los sentimientos negativos, a la larga pierden fuerza y desaparecen.
2. Reconfigurar la manera de ver la causa de tu rencor.
Nuestros sabios declaran: el que se enoja es como si estuviera adorando ídolos.
¿Por qué?
Uno se enoja generalmente con alguien porque le hizo algo malo. O sea, indefectiblemente hacen falta tres elementos para que me enoje con alguien: 1) ese alguien, 2) hizo algo malo, 3) contra mí. La razón es evidente: si me hizo algo bueno, no me enojaría. Si no fue él quien hizo algo malo contra mí, no tengo porque enojarme con él.
Sigamos con el razonamiento: Si me concientizo del hecho de que todo lo que ocurre en el mundo en general y en mi vida en particular es por decreto Divino y para mi beneficio, no tengo porque enojarme con nadie. Nadie puede decidir hacerme daño si no fue decretado por Di-s que suceda. Una vez que Di-s decretó que ocurriese, cualquiera está en condiciones de elegir ser el instrumento por medio del cual se ejecuta la voluntad Divina... Así que cuando ocurre algo doloroso en mi vida, en lugar de agarrarme con el “mensajero”, debo preguntarme: ¿por qué merezco semejante situación? ¿Es para probarme? ¿Es para refinarme? ¿Es para castigarme? ¿Es para darme una oportunidad para lograr algo inesperado?
Uno no decide qué le pasará en la vida; decide qué hacer con lo que le pasa.
La figura bíblica que ejemplifica esta actitud de una manera sobresaliente es José. Sus hermanos lo habían vendido como esclavo... Pasó años desconectado de su familia, sufriendo en una cárcel egipcia por acusaciones falsas... Llegó a ser virrey de Egipto y finalmente sus hermanos vienen a Egipto y se encuentran supeditados a su poder. Fallece su padre, Jacob, y los hermanos temen la represalia de su hermano otrora odiado y ahora super poderoso....
¿Qué les dice José? No tengan miedo. Todo lo que ocurrió conmigo fue un plan Divino (!!) para traer salvación a todos.... [4] Ustedes fueron nada más que instrumentos...
¿Por qué y cómo pedir perdón?
El hombre es responsable por sus acciones. Si hizo algo indebido tiene la responsabilidad de reconocerlo, arrepentirse de ello, resolver nunca más volver a repetirlo, confesarlo al agredido y pedir perdón por ello. Si lo hace con sinceridad, Di-s le perdona. Pero hay un detalle importante: Di-s no perdona lo que uno hizo contra el prójimo hasta que no lo arregle primero con el prójimo. O sea, cuando uno agrede al prójimo hay, de hecho, una doble agresión: una contra el prójimo y otra contra Di-s quien había prohibido agredir al prójimo. Recién después que uno restituye al daño realizado y logra procurar el perdón del prójimo es que Di-s le perdona por la agresión contra Él.
No es fácil pedir perdón, por cierto, pero es imposible liberarse del lastre de las acciones negativas de uno hasta no pedir perdón a quién corresponda y saldar la cuenta. Una vez que lograste pedir perdón es un gran alivio... El trauma de pedir perdón servirá también para que lo pienses muy bien antes de agredir a alguien otra vez....
¿Cómo saber si estoy perdonado?
¿Cómo puedo saber si Di-s me perdonó? En el caso de pedirle perdón al prójimo, sé que me perdonó cuando me dice que me haya perdonado. Pero en el caso de una agresión contra la voluntad de Di-s, ¿cómo puedo saber si Di-s ya me perdonó?
Nuestros sabios nos dan un “tip”. Si se te presenta nuevamente la misma situación y resistes la tentación de transgredir, es una señal que tu arrepentimiento fue sincero y que Di-s te ha perdonado...
¿Cómo hacer para perdonarse a uno mismo?
A veces el desafío más grande es saber perdonarse a uno mismo... Tenemos tanta carga de culpa que no podemos liberarnos de ella. ¿Es bueno cargar con culpa por nuestros pecados?
Depende. Si es una culpa que motiva crecer, es positivo. Si es una culpa que desmotiva y deprime, es negativo.
¿Qué se hace con los sentimientos de culpa debilitantes? Hay que emplear una sola palabra: “Mañana”. Cuando viene un pensamiento depresivo a raíz de un sentimiento de culpa, hay que sacárselo de la cabeza. No es fácil anularlo del todo; más fácil es postergarlo. Decirle al pensamiento negativo: “Estoy ocupado ahora, vení mañana”.
Mejor es decirle al pensamiento: venite mañana a tal hora en punto y ahí tomaremos un café y te escucharé con atención. Lo más probable es que falte a la cita....
Uno generalmente tiende a asociar religión con culpa y tristeza. No hay nada más lejos de la realidad en el caso del judaísmo.
Uno de los fundamentos de la vida judía es la alegría. La única manera de vencer los desafíos de la vida es por medio de la agilidad y la agilidad es producto de la alegría.
El peor enemigo de uno es la tristeza fuera de su lugar.
La llave está en tus manos.
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1. Levítico, 19:18
2. Ibid, 19:17
3. Kitzur Shuljan Aruj, Cap. 30, incisos 7-9
4. Génesis, 50:15-21
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